¿Cómo es la gente en Australia?

Auditorio de Sidney

Australia, un país de contrastes

Al igual que ocurre con todos los países del mundo, Australia tiene sus propias costumbres, tradiciones y culturas, algunas más familiares que otras. Este país cuenta con muchas influencias británicas, pero también de muchos pueblos indígenas, lo que hace que muchas de las tradiciones nos resulten verdaderamente curiosas y a la vez originales aunque otras tengan cierto toque europeo más afines a nosotros.

La gente de Australia es muy conocida gracias a su amor por los deportes, siendo el rugby uno de los que más practican y que les ha llevado a ser unos auténticos campeones en muchas ocasiones. Otros deportes de clara tradición británica son el fútbol y el cricket, muy practicados en ambos países.

Además del deporte, otra cosa que caracteriza a los australianos es la idea de la igualdad entre todos y la amistad de todos sus conciudadanos así como la identidad nacional, la cual está, recogida en la declaración de “Mateship”. Otro aspecto que se tiene de Australia y sus habitantes viéndolo todo en conjunto desde el exterior, la cerveza no es la bebida preferida sino que la mayoría de la población elige el vino, quizá porque en Australia se dan caldos de gran calidad y muy apreciados entre los grandes amantes del vino.

Además este país destaca por una irrefrenable pasión por la gastronomía, donde la cocina está teniendo un tirón muy importante y de donde han salido algunos de los mejores chefs del panorama internacional gastronómico. Su cocina es muy especial gracias a las poco comunes especias autóctonas y a las muchas formas de preparación de algunas de sus excelentes carnes aunque no se pueden dejar de lado ni los pescados ni tampoco sus deliciosos y apreciados postres.

A pesar de que nos separan miles de kilómetros, en muchas cuestiones somos muy parecidos y en otras diametralmente opuestos, eso es lo que hace que sea tan especial, porque si al final todos fuésemos iguales, la vida no sería tan rica como lo es hoy en día. ¿No creéis?


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