No nos cansamos de hablar de las bellezas naturales de este enorme país-continente que es Australia, un sitio que puede quedar a unas cuantas horas de vuelo pero que vale la pena conocer. En la región de Queensland, a 11 km de Cairns y 56 km de Port Douglas, está el pueblo de Daintree, un sitio famoso por su bosque tropical.
El asentamiento occidental en la zona data de fines del siglo XIX y se llama así en honor de un geólogo británico, Ricard Daintree. El bosque tiene 135 millones de años de una historia que podemos leer en cualquier planta, árbol, animal o piedra. Allí viven animales o plantas incluso más antiguos que el ser humano y aunque ha sabido sobrevivir a los embates típicos de la madre naturaleza (volcanes, terremotos, glaciaciones y vientos), parece que el único problema serio que ofrece hoy en día es la presencia del hombre. Pero, ¿cuándo no?
El caso es que en el siglo XX la zona se ha visto sacudida por la industria de la madera y durante los años ’80 hubo bastante tensión entre esta y los ambientalistas, pero los peligros parecen haber quedado atrás después de que el bosque fuera nombrado Patrimonio Natural de la Humanidad. ¿Pero qué tiene este bosque tan verde que ha de ser protegido? Bueno, es una de las zonas más ricas en materia de flora y fauna de todo el mundo y ocupa unos 1200 km2. Allí encontramos el 30% de las ranas, marsupiales y reptiles del país, el 65% de las mariposas y murciélagos australianos y el 20% de los pájaros locales.
Son kilómetros y kilómetros de verdor, naturaleza viva, aire puro, pulmones para el planeta. Un sitio único que ha zafado de la industria de la madera pero que ahora enfrenta al turismo como su principal enemigo. La construcción de una carretera en los ’80 nos acerca hasta su propio corazón para pasar un día en la naturaleza, caminar, hacer algún tour ecológico, un pic-nic o nadar un poco. Hay bares y restaurantes, pequeñas playas en el río y la oportunidad de pasar un día en el paraíso.