Centroamérica, belleza en peligro huracanado

Centroamérica es una región del planeta favorecida por un clima sumamente agradable y una vegetación abundante y exótica que sumada a sus playas imponentes la convierte en un sitio de irresistible belleza. Pero desafortunadamente debe convivir con un peligro latente y pocas veces previsible como son los huracanes.

Son numerosos los que ha padecido la zona en los últimos treinta años y bastaría con mencionar el huracán Iván, el huracán Charley y la tormenta tropical Jeanne todos en el año 2004 y asimismo los huracanes Emilly, Denis y Katrina, los tres en el 2005.

Pero sin lugar a dudas el que Centroamérica aún no olvida es el huracán Mitch, que tuvo lugar entre el 22 de octubre y el 5 de noviembre de 1998. Un ciclón tropical que se formó sobre el océano Atlántico y alcanzó en poco tiempo la categoría cinco, que es la que se confiere a los fenómenos con mayor potencialidad destructiva y con una velocidad máxima de vientos de cerca de trescientos kilómetros por hora.

Los problemas ocasionados por estas terribles manifestaciones de la naturaleza; no se reducen a los daños ocasionados por unos vientos tremendamente rápidos, sino que a esto debemos sumar las olas de alturas impresionantes que originan y son particularmente dañinas en las zonas costeras como así también las lluvias que generan con la baja presión que arrastran a dónde se mueven.

El huracán Mitch causó la inundación del río Choluteca que alcanzó a sextuplicar su ancho normal, provocó un alud de lodo en Nicaragua que sepultó a tres mil personas, generó pérdidas gravísimas para la agricultura y fue el agente propicio para que aparecieran nuevos brotes de dengue, malaria, leptospirosis y cólera.

Las naciones más castigadas fueron Honduras y Nicaragua pero también pasó por Guatemala, la península de Yucatán y parte del estado de Florida. Datos oficiales reconocen once mil muertos y ocho mil desaparecidos a causa de la catástrofe y estiman las pérdidas materiales en miles de millones de dólares.


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