El recorrido en la catedral de sal de Zipaquirá

La catedral de sal de Zipaquirá es un Patrimonio histórico, cultural y religioso. Es un templo construido en el interior de las minas de sal de Zipaquirá, en la Sabana de Bogotá, en el departamento de Cundinamarca. Fue declarada la Primera Maravilla de Colombia y considerada la octava maravilla del mundo. La Nueva Catedral fue inaugurada el 16 de diciembre de 1995. Fue diseñada por el arquitecto colombiano Roswell Garativo Peral.

En su interior se encuentra una rica colección artística, especialmente de esculturas de sal y mármol en un ambiente lleno de un profundo sentido religioso que atrae a peregrinos y turistas.

Recorrido

Los primeros tramos de la galería muestran la representación de las 14 estaciones del Vía Crucis, en los cuales Jesús es representado como una cruz tallada en roca salina. Tras el Vía Crucis se encuentra la Cúpula, que representa la manifestación de lo celeste, denotado por su forma circular finamente tallada y por la luz azulada que la decora.

Unos metros más adelante se encuentra el Coro, llamado así porque es el espacio destinado a la interpretación de música vocal religiosa para las ceremonias que se lleven a cabo en la Catedral. Su forma y ubicación permiten que el sonido se escuche perfectamente a lo largo de la nave principal.

La entrada a la Catedral propiamente dicha la constituye el Nártex, compuesto de tres pasadizos cuyos muros están tallados en roca salina. Tras pasar el Nártex, se puede acceder a cada una de las tres naves de la Catedral: a la izquierda, la Nave del Nacimiento, donde se encuentra el Baptisterio.

Los niños bautizados allí deben recibir no agua dulce sino agua de salmuera, para evitar que se descomponga la pila bautismal que, como es de esperarse, esta tallada en roca salina. En el centro, se encuentra la nave principal, la Nave de la Vida, donde está el altar mayor y la Cruz, la más grande tallada en roca salina en el mundo, y que ofrece efectos visuales sumamente interesantes.

Finalmente, a la derecha, la Nave de la Muerte, bañada por una luz violácea y que nos recuerda que de la tierra venimos y a ella hemos de volver. El recorrido termina con las Escaleras de la Penitencia, una serie de empinados escalones que llevan a la galería del Via Crucis y al mundo exterior.


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