El teatro de la Ópera de Viena (Wiener Staatsoper) es uno de los mayores símbolos de la capital austríaca; un recuerdo vivo de los tiempos imperiales. Con un programa que cambia casi diariamente y más de 300 actuaciones anuales, entre óperas y ballets, este teatro está entre los más importantes y prestigiosos de todo el mundo.
El edificio, de estilo neorenacentista, es obra de los arquitectos Sicadsburg y van der Nüll y fue inaugurado el 25 de mayo de 1869. Muy criticado en sus inicios (entre otras cosas por ser más pequeño que la Ópera de París), se dice que uno de sus artiquectos se suicidó al conocer la opinión popular. La ópera Don Giovanni, de Mozart, fue la elegida para levantar el telón por primera vez.
El 12 de marzo de 1945, durante la II Guerra Mundial, la Ópera fue bombardeada por un avión norteamericano que confundió su tejado con el de una estación de tren. Gran parte del edificio fue destruido, salvándose únicamente la entrada, con frescos de Moritz von Schwind, las escaleras principales, el vestíbulo y la sala de té. El teatro no se reabrió hasta 10 años después tras finalizarse las obras de reconstrucción. En esta ocasión Fidelio, de Beethoven, fue la obra elegida para abrir la nueva etapa.
Seguramente es éste el momento en que la Ópera se convierte en un verdadero símbolo para los vieneses y en un motivo de gran orgullo. Hoy en día el visitante puede disfrutar de las diferentes representaciones desde cualquier de sus más de 2.000 plazas a precios que van desde los 240€ hasta los 4€-10€. Eso sí, las entradas más económicas pueden estar agotadas semanas antes. Si no se ha reservado con antelación siempre puede disfrutar de una visita guiada.
Me imagino debe ser hermoso ver tus operas favoritas…