El mirto es un árbol originario de Grecia, su nombre deriva del griego que quiere decir perfume, los macedonios utilizaban las flores para realizar agua aromática, a la que llamaban Agua de Ángel. Cuando se aplicaban el Agua de Ángel, la piel quedaba suave y brillante. Pero la flor tiene una propiedad especial, es desinfectante, y antiséptica, sus hojas y sus frutos son muy apreciados al igual que su madera.
En la Grecia antigua no sólo se coronaba a los triunfadores, a los héroes con laurel, a los que habían vencido de una manera no violenta se los coronaba con una corona de mirto, cuyo nombre científico es myrtus communis, es un arbusto mediterráneo, de hojas perennes, y muy relucientes, las flores son blancas, nacen de las axilas de las hojas, tienen unos pedúnculos más bien largos. Sus frutos son unas bayas negras azuladas, son comestibles, y le da un colorido especial al arbusto, que es muy resistente a la seca, por su forma es perfecto para los jardines y terrazas. Se defiende de los depredadores como casi todas las plantas mediterráneas, segregando un aceite aromático que corre a los depredadores. Debido a ese perfume ese arbusto fue muy buscado por las diferentes culturas de la antigüedad entre ellas los griegos.
Los griegos consagraron al mirto a la diosa Afrodita, y lo consideraban símbolo del amor, los judíos lo consideraban como un regalo de la benevolencia divina, y lo usaban para coronar a las novias en día de su boda.
El laboratorio Pierre Fabre cuando conoció las propiedades del mirto se interesó por sus flores, pero luego de estudiarlo, lo que más le interesó, fue su poder para cerrar los canales de sebo. Sus bayas son usadas como condimento.