La religión y los dioses griegos

Dios griego

Poseidón, hermano de Zeus, se ocupa no solamente del mar, sino también de los terremotos y de los caballos. Calificado como guerrero, y personaje ávido, este dios es rencoroso. Su símbolo es el tridente que puede provocar seísmos o hacer que nazca una fuente golpeando el suelo.

Apolo es el dios de la música, de la salud, de la curación y de la iluminación de los espíritus. Su gemela, Ártemis es la diosa de la caza, y cosa curiosa, la protectora de las especias salvajes.

Los griegos de la antigüedad consideran la religión como formando parte de todo lo que hacen, pero la palabra religión no existe en su lengua. No creen en la separación de la Iglesia y del Estado. Según ellos, la seguridad del Estado depende de las buenas relaciones con los dioses. El que ofende a los dioses puede ser reconocido culpable de impiedad y condenado a muerte, como lo fue Sócrates.

Nadie emprende nada importante, como un viaje, una batalla o un proyecto de construcción, por ejemplo, sin pedir la bendición y el apoyo de un dios. Y después de haber cumplido la tarea con éxito, se dan gracias al dios realizando una ofrenda, o dedicándole una placa o un monumento. Esta práctica está en el origen de la mayoría de los edificios públicos y de los monumentos, incluido el altar de Zeus en Pérgamo y el Partenón.

Los griegos creen que los dioses ven todo aquello que los hombres hacen y pueden, si quieren, satisfacer sus necesidades y sus deseos ofreciéndoles comida, protección, ropa, amor, riqueza y victorias, por ejemplo. Los hombres le piden a los dioses que los protejan contra los enemigos, las enfermedades y las fuerzas de la naturaleza. Este tipo de inscripciones y de escritos antiguos revelan el tipo de oración que se dirigían a los dioses.


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