Recorriendo Asilah, en la costa norte de Marruecos

Asilah

A 46 kilómetros al sur de Tánger y 110 de Ceuta yace una pequeña ciudad marroquí convertida en uno de los últimos descubrimientos turísticos de la costa norte de Marruecos: Asilah, un espectáculo de casas blancas que contrastan con el azul del Atlántico y cuyas calles invitan a perderse por un mundo de frescor, color y sombra simplemente delicioso.

Asilah: lo que protegen las murallas

Al igual que otros muchos enclaves de la costa marroquí, Asilah fue visitada por griegos y fenicios que dejaron constancia de su presencia en forma de diferentes yacimientos como Zilil, el cual data del siglo II a.C. Posteriormente, el lugar sería tomado por los cartaginenses y en el siglo I a.C. sería ocupada por el Imperio Romano, quien la nombraría Colonia Augusti Iulia Constantia Zilil (Augusta Zilil).

Durante siglos, los romanos hicieron suya la ciudad hasta ser conquistada nuevamente por los árabes en el 712, dando inicio a una nueva edad dorada en la que Asilah se dejó envolver por parte del encanto por el que es famosa hoy día. A su vez, su posición estratégica al norte de Marruecos la convirtió en un punto estratégico para los comerciantes españoles, árabes . . . y portugueses.

La fiebre del oro sahariano llevó a Portugal a tomar la ciudad en 1471 para abandonarla casi un siglo después. Durante su dominio, los portugueses elevaron unas murallas con las que fortificaron Asilah y que hoy día se han convertido en una de sus grandes atracciones turísticas.

Tras diversos intentos de reconquista, España se apropió de la zona tras sus alianzas con Portugal, siendo parte del Protectorado Español hasta 1956 a pesar de los constantes asaltos de diversas dinastías marroquíes durante años.

Hoy día, Asilah despliega todo ese potencial histórico convertida en una de las localidades más pintorescas de Marruecos.

Asilah: el mundo en torno a una Medina

Una de las grandes ventajas con las que cuenta Asilah a la hora de visitarla es la accesibilidad de su Medina, la conocida como ciudad vieja de toda ciudad marroquí que engloba la mayoría de monumentos importantes.

En el caso de Asilah, al atravesar las murallas de la Medina desde el norte, concretamente a través del tramo conocido como Bab El Kasbah, os toparéis con la Gran Mezquita, de un blanco impoluto, o la Torre El Kamra, todo un icono de Asilah cuya estructura de 50 metros yace adosada a las murallas que susurran viejos lamentos. Frente a la misma, el Centro Hassan II, con sus exposiciones y eventos internacionales, se convierte en el epicentro cultural de una ciudad que rebosa color y creatividad, como bien podréis comprobar a través de las muestras de arte urbano que salpican algunos rincones de la misma.

Al avanzar a través de la Medina, nos toparemos también con la coqueta plaza Ibn Khaldun, ideal para dejarse seducir por pequeños mercados como los bazares Nashia o Les Amis, donde se venden desde farolillos hasta frutos secos y dulces marroquís, o dejarse llevar por los sabores que sirven en las terrazas, teterías y restaurantes de esta plaza. Tras un fresquito té moruno, nada mejor que encaramarse a uno de los tramos más famosos de la antigua muralla portuguesa: Borj Al Kamra, el cual ofrece algunas de las mejores vistas de la ciudad y la presencia de los antiguos cañones en algunas secciones que colindan con el Atlántico.

Asilah, un mundo azul y blanco

Perderse por las calles de la Medina de Asilah es todo un deleite: arcos protegiendo algunos tramos, fachadas donde el azul y el blanco se fusionan con otros colores o una paz que llega en forma de frescor, el de un Atlántico que espía tras unas murallas que protegen viejos lugares históricos.

El Cementerio y Mausoleo de Sidi Ahmed El Mansur es un buen ejemplo. Un lugar calmo al suroeste de la Medina donde reposan los restos de este líder saadí que reconquistó la ciudad tras luchar en la Batalla de los Tres Reyes, en 1578. Una visita solemne a complementar con un ascenso al mirador de Caraquia, desde donde podréis contemplar uno de los mejores atardeceres de la costa marroquí acariciando los restos de la murallas.

¿Y playas? No os preocupéis, que en Asilah también hay y además son preciosas. Al norte encontraréis una pequeña playa junto al puerto y la Cala de los Cañones, ideal para dar un relajante paseo y sentarse a ver el atardecer. Si buscáis playas más amplias, la playa de Asilah se extiende hasta el pueblo de Brief, situado a 10 kilómetros.

Playa de las Cuevas, al sur de Asilah.

Respecto al sur,  la Playa de las Cuevas, a 6 kilómetros al sur de la ciudad, es la más famosa, sobresaliendo entre un relieve de acantilados y rocas más caprichoso, mientras la playa Sidi Mghait yace al final de un entramado de caminos sin asfaltar recompensando a quienes vienen a buscar las aguas azules y arenas doradas en este lugar de Marruecos.

Perderse por Asilah y sus encantar no os tomará más de un día, por lo que puede convertirse en el perfecto lugar de escapada a través de un tour por la mágica costa norte de Marruecos o como extensión a una visita por la cercana Tánger.

¿Has visitado Asilah alguna vez?


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