Se reconoce el estilo llamado cuzquiano por una visión bastante idealizada de las escenas representadas, los rostros alargados y las posturas hieráticas de personajes se desprenden de unos planos muy poco descriptivos, y toda la atención se centra en los detalles coloristas, con pequeños motivos, realzando el pan de oro. Sus dos obras principales son la Virgen de la Candelaria y la Coronación de la Virgen, ambas conservadas en la iglesia de San Pedro de Lima. A la muerte de Bitti en 1610, su obra es continuada por su alumno Diego de la Puente, en Trujillo, Cuzco y Lima, donde realizó la célebre Cena del convento de San Francisco.
El verdadero fundador de la escuela de Cuzco es Diego Quispe Tito. Un pintor mestizo que enriquece el manierismo de Bitti a partir de 1630 con un cuidado particular aportado al paisaje, con sus decoraciones minuciosas que mezclan una fauna y una flora abundante, estilizadas, con elementos inspirados en los grabados flamencos.
Se trata del autor de enorme series de obras, como los 12 momentos de la vida de San Juan Bautista, en la iglesia de San Sebastián de Cuzco, y los 9 signos del zodíaco de la Catedral de Cuzco. Basilio Santacruz se caracteriza en la misma época por sus montañas vírgenes de la Catedral de Cuzco. También pintó en 1667 varias vidas de San Francisco, para el convento que lleva el mismo nombre en la ciudad de Cuzco, como para el de Santiago de Chile en 24 cuadros.
Diego de la Puente introdujo la figura del arcángel llevando un arcabuz, y que luego se retomó masivamente en la escuela de Cuzco. Según una interpretación sincretista, se puede ver la figura de Illapa, dios inca del rayo, así como las aureolas evocando los rayos del dios sol Inti. Otra obra maestra de la Catedral de Cuzco, la célebre Cena andina fue pintada en 1750 por Marcos Zapata, autor prolífico de frescos del claustro de la iglesia de la Merced en Cuzco.