La fiesta de los Vikingos de Midsommar

Después de largos meses de frío y oscuridad, suena lógico que los suecos lleguen al verano dispuestos a tirar la casa por la ventana. Más o menos, eso es lo que pasa el 24 de junio cuando se celebra Midsommar. Ese día, los suecos de todas las edades sacan a relucir su gusto por el aire libre y organizan picnics en los bosques -hay miles por toda la ciudad- o salidas en barco rumbo al mar. En esos festejos hay tres cosas que no pueden faltar: flores, se decoran las rubias cabelleras con coronitas; arenque y muchos litros de aguavit, el vodka escandinavo.

Dejando atrás los temores de extranjeros, lo cierto es que se trata de uno de los festejos más importantes de esta parte del mundo, junto con Navidad. En los bosques, suelen verse grupos muy alegres bailando alrededor de una especie de cruz de madera forrada con flores silvestres mientras cantan canciones que todos conocen. Y, ante todo el realismo, la canción más común se llama «El verano es corto». Como es previsible después de soportar inviernos de hasta 20 grados bajo cero, todos se muestran muy gustosos de festejar el solsticio de verano.

Hasta el turista más distraído nota que Midsommar es toda una tradición en Suecia. La historia cuenta que todo empezó en la era vikinga. Se trataba de una celebración por la fertilidad con varios rituales asociados a la naturaleza y la esperanza de un buen otoño. Más tarde, todo el festejo se fue cristianizado y se dice que se celebra el día de San Juan Bautista. Ya con los pies en los tiempos modernos, todo parece indicar que no sólo tiene que ver con el fin oficial del frío o la fertilidad, sino con el comienzo de un período de vacaciones de tres meses.


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