Algunos dicen que es la isla habitada más pequeña del mundo, pero lo cierto es que la Tiberina emerge de las aguas del río Tíber en medio de un buen número de viejas historias y leyendas. Apenas tiene 300 metros de ancho y 90 de largo y está conectada por dos puentes: al Trastévere con el Ponte Cestio, con su arco central del año 46, y al Ghetto con el Ponte Fabricio, construido en el año 62.
Hay muchas leyendas que precisamente relatan el origen de esta isla. Una nos lleva hasta el año 509 a.C, cuando, derrocado Lucio Tarquinio Superbo como último rey de Roma, el pueblo arroja al río Tíber su cuerpo visto el odio que le tenían. Con el paso del tiempo la arena y los sedimentos que traía el río fueron acumulándose alrededor del cadáver, y fue así como surgió la isla.
Sin embargo, la leyenda más conocida es la que está vinculada al culto de Esculapio, dios de la medicina, lo que explica la vinculación que tiene esta isla con la asistencia a los enfermos. En el año 291 la ciudad de Roma había sido golpeada por una terrible epidemia de peste que se había cobrado la vida de muchas personas. Los sacerdotes, después de haber consultado los libros sagrados, enviaron una delegación a Epidauro, el lugar de culto de Esculapio.
Tras la visita al dios, estos regresaron a Roma con una serpiente, el animal sagrado de Esculapio. Cuando estaban a punto de llegar a la ciudad en barco, la serpiente que representaba al dios salta de la embarcación y se sitúa en los terrenos de la isla. Fue entonces en ella donde se construyó un templo en honor a Esculapio ya que, tras la venida de la serpiente, llegó la curación a toda Roma.
Sobre las ruinas de aquel templo se construyó más tarde la Iglesia de San Bartolomé, que cuenta con un campanario románico del siglo XII. En el pasillo central de la iglesia se conservan las viejas columnas del templo de Esculapio, únicos testigos que aún guardan el secreto de aquella leyenda.
Más información – La Isla Tiberina, El Puente Fabricio en el Trastévere
Imagen – Rome Properties and Services